7.28.2012

El influjo de Francis Bacon en Antoine D'agata


Francis Bacon: Study for Bullfight nº1, 1969 | Antoine D'Agata: Camboya, 2007

Publicado originalmente en 2010

Antoine D'Agata es un fotógrafo atípico. Primero, por su práctica de la fotografía en el ámbito del fotoperiodismo internacional. Segundo, por su posición como miembro de la agencia Magnum, totalmente desmarcado del clasicismo que la ha caracterizado desde que Robert Capa y Cartier-Bresson apuntaran sus pautas estilísticas en los años 50. Posición radical en la forma y el contenido, de tal manera que el espectador no ha de aposentar su mirada en la cadena informativa sino en el valor de una atmósfera en los límites de lo decible. Si el fotoperiodismo ha ido construyendo su lenguaje a partir de la mediación del realismo, en Antoine D'Agata la crónica aparece como eje subversivo, no tanto para contar una situación vital, política o social como para estirar el mandato interno que le lleva a ejecutar la imagen desde una política interior. Podría hablarse entonces de un fotoperiodismo del interior que retuerce la forma para llegar al contenido desde las conjeturas de lo observado, donde lo observado nos hace igualmente, en proporción parecida. ¿No es tambien el fotoperiodismo conjetura? Posiblemente. Quizá porque la verdad nunca llega a realizarse en el instante. Quizá porque la verdad es sólo el preludio de un acto en constante evolución. La imagen (incluso la realista) es siempre una imagen construida, y es en este anatema donde D'Agata estira las posibilidades del fotoperiodismo.



Antoine D'Agata: Isomnia, 2000 | Stigma, 2004 | Camboya, 2007

La noche nos contempla, pero el fotógrafo ha decidido extraviarse en ella para extraer sus propios motivos. El tema, en definitiva, no es lo que acontece en ella. Ni siquiera el propio caudal que maniobra entre sus claroscuros. El tema predominante es la propia fotografía, entendiendo por ello todo lo que la lente podría hacer con esa nocturnidad abastecida. Es probable que el escaso interés que D'Agata ha mostrado en sus primeros años (y trabajos) hacia la nitidez de la imagen se deba precisamente a esta confrontación: ¿quién hace la imagen? Es en este sentido que su fotografía se acerca a la obra de Francis Bacon, encontrando en ella (y esto no deja de ser un renglón especulativo) la parte de la creación en la que los objetos y los sujetos fotografiados se erigen como auténticos creadores de la imagen.

Sin embargo, la imagen ha de ser borrada a través del cuerpo, conclusión a la que no se llega por defecto sino por la constante de una busqueda de la identidad que nunca llega a cumplirse. Borrar sus signos mediante una expresividad radical, violenta, inconcebible, hasta que el tema predominante termine por aparecer sin concesiones: las habitaciones donde todo ha de suceder, tanto en Bacon como en D'agata, muestran espacios reconocibles, pero el cuerpo contrapuesto a otro cuerpo intensifica la pérdida del referente para volcar toda respuesta posible en el lado de lo imaginario. Algunos retratos de Bacon proyectan esa definición imposible, la pregunta por el sentido del ser que la filosofía ha remarcado desde el existencialismo. D'Agata toma el ejemplo de Bacon para hacerse la pregunta desde el fotoperiodismo.


Antoine D'Agata: Camboya, 2007

No obstante, para llegar a alguna mínima conclusión hemos de hacernos otras preguntas. ¿Qué ha pasado en una agencia como Magnum, con una tradición firmemente anclada en el periodismo, para que de pronto adopte a un fotógrafo como Antoine D'Agata entre sus filas? Podría aducirse que los modelos impuestos por instituciones como el World Press Photo, premio que por otra parte ha sido otorgado a numerosos miembros de Magnum, han llegado a un callejon sin salida desde la óptica de la construcción de su lenguaje visual. Esto no quiere decir que se haya producido una pérdida de calidad. Muy al contrario, esa forma de entender la práctica fotográfica se reafirma cada año con nuevas muestras de valentía estética e informativa. Lo que bien pudiera estar sucediendo es que las fronteras entre el fotoperiodismo clásico y el arte (fotografía) conceptual se están difuminando, hecho que repercute en la elasticidad de lo que tradicionalmente se había de entender por las funciones sociales del fotoperiodismo. D'Agata es un ejemplo aclaratorio de ese desplazamiento, pero su medida no ha quedado resuelta y es muy posible que no haya trazo exacto para el equilibrio a no ser que contextualicemos su trabajo en un afuera-adentro de la agencia Magnum. Otras consecuencias derivadas apuntan a que la panacea de la objetividad fotográfica ha quedado desmantelada. La evidencia del subjetivismo había sido tapada en parte, precisamente, por el predominio de una clausula que había de recalcar lo noticiable como fuente de la verdad. La fusión cada vez más evidente entre la imagen conceptual y documental atiende a las prerrogativas del subjetivismo sin tener por ello que renunciar al bagaje periodístico.

De manera intencionada o no, Francis Bacon abastece la obra de Antoine D'Agata de algunos referentes conceptuales, convocando incluso la abstracción por un camino que el fotoperiodismo apenas había transitado anteriormente, colocándose sin pudor en el propio interior de su fotografía con la misma evidencia que Bacon habría de situarse en el centro de su pintura. Ante ese tiento creativo, ambos eluden al espectador casi como un acto de defensa contra el pudor o la obscenidad.



Francis Bacon: Study of Henrietta Moraes, 1969 | Two figures, 1953
Francis Bacon: Portrait of Michel Leiris, 1976 | Study for Portrait, 1977

 
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