6.06.2008

la metafisica del maniqui y la mecanica de los automatas


El Dadaísmo, esa certeza que haría de la abolición de las artes una máxima contra el mundo burgués, provocaría la mayor quiebra de la cultura del siglo XX cuando la Iª Guerra Mundial ya había implantado su hecatombe en Europa. Si el poema fónico había dado con la fórmula para expresar las derivas de la época, el collage, inventado por los cubistas, tendría en el Dada la parte en la que una nueva praxis vendría a manifestar su repudio contra la estructura del cuadro tradicional. Marcel Duchamp, sin duda el más grande artista que ha dado ese siglo, pone patas arriba los cenáculos del arte con el ready-made, precisamente al cuestionar el acto creativo e introducir objetos de uso común en el ámbito del arte. Los dadaístas recuperan la impostura del ready-made, pero en su afán por llevar el arte hacia sus últimas consecuencias descubren el fotomontaje, el ensamblaje y un nuevo modelo figurativo del hombre moderno que tiene su antecedente inmediato en la pintura metafísica de Giorgio Chirico.

Durante un breve periodo de tiempo, hacia 1920, el dadaísmo presenta a un individuo-autómata que se articula a partir de aparatos mecánicos. Raoul Hausmann utiliza elementos de medición que eliminan la emotividad en beneficio del desarrollo de una percepción puramente objetiva. George Grosz, en sus acuarelas combinadas con el fotomontaje, trastoca la representación del maniquí convirténdolo en sujeto animado por el engranaje mecánico. Man Ray, en su etapa dadaísta, realiza la fotografía escenificada de una mujer-collage en la que la belleza del desnudo femenino sucumbe ante la superposición que el rostro de un maniquí-perchero impone sobre la individualidad. Lo humano y lo artificial, la máquina y lo biológico, un tema recurrente en la década de los años 20 que expresaba las nuevas formas de la modernidad y el progreso, contagiando a cualquier resultante artística. No de otra forma, la mujer artificial ideada en la película de Fritz Lang, Metrópolis [1927], retoma el imaginario dadaísta bajo la consigna del emergente expresionismo alemán. El maniquí-autómata configura la representación de un modelo social en crisis que, en el contexto de la Europa bélica, desconoce todavía el rumbo del individuo y las posibles direcciones del progreso, de la máquina como elemento motriz de la nueva sociedad. Esto coloca todo compendio artístico ante los modelos de pensamiento que en cualquier periodo validado por los acontecimientos pudieran dejarse arrastrar no sólo por el futurible de un programa más o menos especulativo, sino por la amalgama, es decir, por todo aquello que se cuela entre sus fisuras y subsiste como realidad antes de que haya sucedido. El Dadá, en sus propias valoraciones culturales, arremete contra la idea hegemónica para delvolverla al cuerpo social como una máquinaria de producción deseante. El derribo es una constante, pero el deseo del automata es empezar de cero.




[arriba-abajo, izquierda-derecha: Raoul Hausmann, 1920|Giorgo Chirico, 1916|Giorgo Chirico, 1915|George Grosz, 1920|George Grosz, 1920|George Grosz, 1920|Fritz Lang, Metropolis 1927|Fritz Lang, Metropolis 1927|Man Ray, Perchero, hacia 1920|Max Ernst, 1919|Raoul Hausmann, Cabeza mecánica, 1920-1921.

Catálogo de obras dadaístas en National Gallery of Art Washington DC y Artlex.
Dadaismo en el MoMa de Nueva York.

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