12.18.2010

McLaren, Westwood y los teds



A principios de los cincuenta, los eduardinos eran gente obsesionada con la ropa, de una forma tan fanática como lo fueron los mods que los siguieron. No tenían reparo en gastar todo su dinero en un chaleco bordado o un traje oscuro con mangas hasta las puntas de los dedos y perneras de palmo y medio. Cuando se acuño el término teddy boys, el estilo se degradó y embruteció, un proceso captado en la descripción de Colin MacInnes en Absolute Beginners que mostraba teds racistas en las revueltas de Nothing Hill Gate, en septiembre de 1958. Con la llegada de nuevos estilos más frescos, el look italiano de 1958, el estilo ted desapareció del mapa.

Pero los teddy boys siguieron proliferando. Procedían, en su origen, de la clase trabajadora, y muchos se engancharon a ese estilo como un acto de fidelidad cultural y solidaridad de clase, criando a sus hijos con la misma indumentaria. Ocasionalmente fueron el centro de atención de los medios de comunicación, por ejemplo cuando "Rock around the clock" de Billy Halley llegó a los veinte primeros de las listas. O cuando, tal como Richard Neville, prestando mucha atención al asunto de las clases, explica en Play Power, hubo una revuelta de teddy boys en Albert Hall, en julio de 1969: enardecidos por Chuck Berry, los desórdenes empezaron cuando los Who pisaron el escenario.

Ese fue el intervalo cultural que McLaren y Westwood querían investigar. A principios de los setenta, el segundo revival teddy boy ya había recuperado algo de energía. Su centro era el Black Raven de Bishopsgate, donde desde 1967 había mantenido viva la llama un ted llamado Bob Acktand, que era el propietario original. En la máquia de discos había singles de Richie Valens, Billy Riley, Carl Perkins y Elvis, y en poco tiempo el bar consiguió reunir una gran clientela que, en el otoño de 1970, ya atrajo la atención de los mass media.

McLare y Westwood quedaron muy impresionados por el estilo duro de los teds que, con toda su brutalidad de petimetre, parecía una subversion del statu quo. Pero McLaren y Westwood procedían de una clase diferente: eran cultos, bohemios e incluso filósofos. Fue Vivienne (como ocurría amenudo) quien puso en práctica la teoría y se acercó al Black Raven. Pronto descubrió que la ropa de aquellos teds sólo se podía conseguir por encargo y estaba hecha a mano, todo lo cual costaba no poco tiempo y dinero. Había un hueco en el mercado. ¿Y qué mejor sitio para explotar ese hueco que el World's End, en el mismo centro del terrirorio enemigo?


(Extracto de Jon Savage, England's dreaming. Los Sex Pistols y el punk rock, Mondadori, 2009, ed. original 1991, pags. 36-38)

 
© Javier M. Reguera . Asi se fundó Carnaby Street 2007-2018 . Killed by podcast 2019