1.08.2014

{La revista} «La Luna de Madrid» y el concepto de «diseño» a principios de los años 80



{Pero} en el fondo de esa eclosión de lo visual está el restablecimiento de la pintura y el comic como medios permeables en ciertos estratos juveniles y el auge del diseño como idea regeneradora capaz de aglutinar disciplinas artísticas distintas, con un mayor apoyo de las instituciones a sectores que precisaban una industrialización para su expansión y proyección internacional, tal como el diseño de moda. En el numero 23 de La Luna de Madrid *, varios números después de que Borja Casani, Juan Carlos de la Iglesia y José Luis Tirado la abandonaran, se publican los resultados de una mesa redonda cuya temática gira en torno al diseño: ¿Quién diseña el diseño? Mesa redonda acerca de la promoción del diseño en España.

Desde la primera intervención comienza advirtiéndose que la propia definición de diseño ha sido superada por prácticas que tradicionalmente no estaban sujetas a esa disciplina. El moderador, Pierluigi Cattermole, lo plantea del siguiente modo: «El término diseño se utiliza muchas veces erróneamente. Pero también es verdad que ya no define rígidamente una determinada área disciplinar y parece destinado a indicar un sector de actividades cada vez más amplio. El acto proyectivo en sí mismo se hace cada día más complejo y el diseño tiene que maniobrar constantemente nuevos lenguajes y nuevas problemáticas». Es un síntoma de la época, por el cual unas artes se vuelcan sobre otras. El concepto de diseño, al mismo tiempo que queda difuminado desde la perspectiva de su práctica clásica, influye en la manera de abordar las obras y los productos culturales. Francisco Podadera, tras la intervención del moderador, precisa que se «está abusando del concepto llegando a su progresiva descontextualización, ya que se utiliza para un montón de cosas».

La cuestión deriva entonces hacia la definición de diseño como hecho cultural, lo que conduciría obligatoriamente a una relación simbiótica entre parcelas del arte muy variadas. Cultura y diseño se presentan como hechos indisociables. Pier Luigi Cattermole lo reafirma al señalar que «hacer diseño significa ante todo hacer cultura porque en definitiva todo lo que construimos, desde los pequeños objetos a las ciudades, son el reflejo de nuestra capacidad cultural», donde además se plantean temas como la necesidad de planear un sistema productivo eficiciente, habituar a los industriales a que utilicen el diseño, crear escuelas y pedagogías. La Luna de Madrid, de hecho, enmarca el amplio concepto de diseño desde el arbitrio de lo multidisciplinar, y así queda reflejado en muchos artículos de la revista. En un texto titulado Colectiva de verano {La Luna de Madrid, nº 20, julio-agosto 1985}, escrito por Paco Morales, podemos certificar el trasiego que sufre la idea de diseño y su apertura, a veces diletante, hacia un nuevo orden para su ejecución: «Arte y moda, arte y comercio, arte e industria. Es el signo de los tiempos: la mezcla, la superposición, la permeabilidad. Y es también lo vistoso, lo inmediato, el impacto. El verdadero museo en la calle. La colección privada en el armario. Una camiseta es un soporte tan válido como otro cualquiera para pintar sobre él. Contiene una imagen con la misma soltura que un papel, una tabla o un lienzo».

* La Luna de Madrid, nº 23, diciembre 1985. Intervienen: Joseph Lluscá (miembro del Consell de Disseny de la Generalitat de Catalunya), Francisco Podadera (Prosefor de diseño en la Escuela de Bellas Artes de Madrid), Manuel Serrano (Arquitecto y diseñador) y Luis Taltavull (Vicepresidente de la Asociación Española de Profesionales del Diseño).

 
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