8.30.2009

ajoblanco enero 1977 (I)


La investigación histórica actúa a veces por mimetismos que, en muchos casos, vienen recubiertas por el betún ideológico y político. La historia académica se ha visto envuelta por los intereses del debate politico en un tiempo en que las aguas sobre la memoria histórica han difundido la anacronía de las dos Españas. Parece casi exagerada la ingente cantidad de publicaciones históricas y pseudohistóricas aparecidas sobre la Guerra Civil en el último decenio, al igual que la patente sobre los estudios referidos a la Transición Democrática española han estado monopolizados por el eje político y económico.

Desde hace tiempo vengo proponiendo la necesidad de cubrir las lagunas de la investigación social relacionadas con temas culturales, materias que han sido tradicionalmente desvalorizadas, como si éstas fueran independientes de los procesos político-sociales de su época. La evidencia no necesita aclaración si al decir que el comic underground de los 70 viene propiciado por un oleaje de cambio que se habría fraguado desde los subterráneos de la cultura española, quizá a un nivel minoritario pero que en su trascendencia posterior cumpliría con la ampliación crítica del pensamiento sobre la democracia y los modos de vida alternativos. Esto, que viene a ser un simple ejemplo focal, puede aplicarse a otros contextos culturales procesados durante la Transición.

Hasta donde yo sé, nadie se ha puesto hacer el inventario analítico de lo que supusieron para la conformación de un ideal democrático muchas revistas aparecidas a partir de los años 60, un estudio de conjunto que aglutine las resistencias al régimen desde la construción socio-mediática de la democracia. La revista Triunfo sería uno de los paradigmas constructivos de ese ideal, mientras que ya adentrados en los 70 dos fueron las publicaciones que abrieron el medio a la alternativa vivencial de la democracia: las revistas Star y Ajoblanco, iniciadoras ambas de un modus vivendi temático para esas fechas todavía inédito en la España autárquica. Ambas ejercen la experiencia contracultural. No obstante, es Ajoblanco, desde sus páginas de 1977, quien se plantea el ocaso del proceso contracultural, en un instante en que en España todavía no se ha completado su ciclo.

No.18, enero 1977. La Muerte de la contracultura

 
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